El Gato Pilo

Pilo es un gato de “huesos grandes”, de color negro y blanco, una rara combinación entre alguna raza peluda y criolla. De su vida hay muchas cosas que no sabemos, pero que suponemos por su comportamiento inicial y las cicatrices que traía.

Su historia conocida inicia con Patricia (aunque ya había un camino recorrido antes de eso), quien iba a estar ausente por un mes y le pidió a Marlen que lo cuidara, le dejó provisiones y dinero, y nunca más apareció.

Marlen, que tiene un gran corazón, continúo siendo su hogar temporal por varios años, cumpliendo con comidas, aseo y controles veterinarios, nada baratos debido al sobrepeso de Pilo.

Se mudaron varias veces, pero siempre fue incluido en el trasteo, compartiendo casa con malos vecinos que más de una vez dejaron la puerta “accidentalmente” abierta; Pilo resistió todo esto y se adaptó como pudo a cada nuevo hogar y entorno.

Durante su estadía con Marlén, se la pasaba solo en casa debido al trabajo diario que ésta debía realizar. Al final del día cuando Marlen regresaba, Pilo se acercaba a sus pies buscando cariño y también dándole amor a su benefactora. Lo que comenzó con una estadía temporal, poco a poco se convirtió en una relación de simbiosis en la que ambos encontraban calor de hogar en la fría Bogotá.

A Pilo lo conocimos porque cuando salíamos de la ciudad, Marlen solía cuidar a nuestra primera gata, la fundadora: Fiona. En esa época, llevábamos a Fiona hasta la casa de Marlen y por sus historias sabemos que Pilo y Fiona se entendieron muy bien desde el primer día, algo que no siempre sencillo entre las almas felinas.

Por eso, cuando quisimos adoptar otro gato, nuestra primera opción fue Pilo. Tuvieron que pasar algunos años y otros eventos, antes de recibirlo en casa y encontrarnos con sorpresa con un gato amargado, solitario, poco amante de los niños y de los humanos en general. La historia de su transformación es hermosa, pero eso queda pendiente para otro post.

No sabíamos que lo que comenzó con una seguidilla de bufidos, con diente pelado y garras arriba se convertiría en ronroneos y maullidos cada mañana para salir a tomar el sol felizmente en el balcón, o la siesta junto a su humano favorito.

¿Por qué adoptar un gato que ya tenía casa?

Fiona vino de un proceso de adopción responsable en una veterinaria, Leia fue rescatada de la calle, y a Pilo quisimos darle un hogar para que termine de pasar sus años adultos sin tener que continuar mudándose.

Similar Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *